domingo, 29 de abril de 2012

adolescentes y alcohol


El problema del consumo de alcohol entre los jóvenes es un problema creciente.  Cada año se constata un descenso en la edad de inicio en el consumo de alcohol, actualmente se fija en 13,7 años, y aumenta el nº de  jóvenes de entre 14 y 18 años que admite haberse embriagado en el último mes, un 35,6%. Datos suficientes  para generar alarma.
El alcohol no deja de ser una droga controvertida, con mensajes contradictorios o ambiguos, es peligroso consumir pero es accesible, te digo que no consumas, pero yo lo hago. Lleva acompañándonos durante miles de años  pero, sin embargo, aparentemente no hemos aprendido a controlarlo.
España no es históricamente ajena a las consecuencias negativas del consumo de alcohol ya que contamos con antecedentes recientes donde se manifiestan las consecuencias de su consumo; adicciones, exclusión social, violencia doméstica, enfermedades derivadas,  accidentes de tráfico, …
¿Qué es entonces lo que hace especialmente alarmante este momento? Es el inicio temprano del uso y del abuso. Desde el punto de vista evolutivo, el joven resulta especialmente vulnerable al encontrarse en un momento crucial para su desarrollo. Influye el consumo de alcohol en el establecimiento de hábitos relacionales, en el desarrollo de una adecuada madurez emocional y en el acercamiento a determinadas conductas que podrían resultar autolesivas.
Analizar las causas que pudieran dar como resultado la situación actual es complejo. Se trata de un fenómeno multicausal en el que influyen factores del contexto, como la disponibilidad y la cultura dominante,  factores individuales, como la personalidad y el mundo de las creencias y valores, y factores relacionales, relaciones familiares e influencia de iguales. La interacción entre unos y otros forjará un modelo de conducta sobre el que tendríamos que intervenir.
A nivel comunitario es muy importante el papel de los medios de comunicación en los que todavía se vincula el consumo de alcohol al éxito social, situación que se debiera revertir a través de una información adecuada. Otro punto importante es la disponibilidad, pero no sólo refiriéndonos al acceso al alcohol, sino a la elevada disponibilidad de modelos cercanos al consumo de alcohol que lo hacen parte de la vida del joven. Por último, otro bloque importante de intervención desde la comunidad es el fomento de hábitos de vida saludables, incompatibles con el consumo de alcohol u otras drogas.
Para finalizar, y buscando herramientas para la intervención en la familia mencionaremos algunos aspectos que nos facilitarán nuestra tarea educativa. El básico es establecer un marco de comunicación facilitador, debemos escuchar a nuestros hijos y hacer que ellos lo perciban, que se sientan valorados resulta fundamental para que se puedan valorar a sí mismos. Hay que fomentar el desarrollo de valores firmes en ellos, que no siempre serán los nuestros, elementos motivacionales que dotaran de sentido a sus vidas y les hará resistentes a la influencia del medio. Con este objetivo también será necesario estimular y reforzar procesos de toma de decisiones en un contexto de responsabilidad y de un marco de normas y límites claros. Y queríamos cerrar esta reflexión aludiendo a una máxima en el proceso educativo, no podemos evadirnos ni delegar nuestra responsabilidad como padres, siempre somos un modelo cercano para nuestros hijos y de nuestra forma de comportarnos en la familia y como ciudadanos depende gran parte de nuestro éxito como educadores.

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