El problema del consumo de alcohol entre los
jóvenes es un problema creciente. Cada
año se constata un descenso en la edad de inicio en el consumo de alcohol,
actualmente se fija en 13,7 años, y aumenta el nº de jóvenes de entre 14 y 18 años que admite
haberse embriagado en el último mes, un 35,6%. Datos suficientes para generar alarma.
El alcohol no deja de ser una droga controvertida,
con mensajes contradictorios o ambiguos, es peligroso consumir pero es
accesible, te digo que no consumas, pero yo lo hago. Lleva acompañándonos
durante miles de años pero, sin embargo,
aparentemente no hemos aprendido a controlarlo.
España no es históricamente ajena a las
consecuencias negativas del consumo de alcohol ya que contamos con antecedentes
recientes donde se manifiestan las consecuencias de su consumo; adicciones,
exclusión social, violencia doméstica, enfermedades derivadas, accidentes de tráfico, …
¿Qué es entonces lo que hace especialmente
alarmante este momento? Es el inicio temprano del uso y del abuso. Desde el
punto de vista evolutivo, el joven resulta especialmente vulnerable al
encontrarse en un momento crucial para su desarrollo. Influye el consumo de
alcohol en el establecimiento de hábitos relacionales, en el desarrollo de una
adecuada madurez emocional y en el acercamiento a determinadas conductas que
podrían resultar autolesivas.
Analizar las causas que pudieran dar como
resultado la situación actual es complejo. Se trata de un fenómeno multicausal
en el que influyen factores del contexto, como la disponibilidad y la cultura
dominante, factores individuales, como
la personalidad y el mundo de las creencias y valores, y factores relacionales,
relaciones familiares e influencia de iguales. La interacción entre unos y
otros forjará un modelo de conducta sobre el que tendríamos que intervenir.
A nivel comunitario es muy importante el papel de
los medios de comunicación en los que todavía se vincula el consumo de alcohol
al éxito social, situación que se debiera revertir a través de una información
adecuada. Otro punto importante es la disponibilidad, pero no sólo
refiriéndonos al acceso al alcohol, sino a la elevada disponibilidad de modelos
cercanos al consumo de alcohol que lo hacen parte de la vida del joven. Por
último, otro bloque importante de intervención desde la comunidad es el fomento
de hábitos de vida saludables, incompatibles con el consumo de alcohol u otras
drogas.
Para finalizar, y buscando herramientas para la
intervención en la familia mencionaremos algunos aspectos que nos facilitarán
nuestra tarea educativa. El básico es establecer un marco de comunicación
facilitador, debemos escuchar a nuestros hijos y hacer que ellos lo perciban,
que se sientan valorados resulta fundamental para que se puedan valorar a sí
mismos. Hay que fomentar el desarrollo de valores firmes en ellos, que no
siempre serán los nuestros, elementos motivacionales que dotaran de sentido a
sus vidas y les hará resistentes a la influencia del medio. Con este objetivo
también será necesario estimular y reforzar procesos de toma de decisiones en
un contexto de responsabilidad y de un marco de normas y límites claros. Y
queríamos cerrar esta reflexión aludiendo a una máxima en el proceso educativo,
no podemos evadirnos ni delegar nuestra responsabilidad como padres, siempre
somos un modelo cercano para nuestros hijos y de nuestra forma de comportarnos
en la familia y como ciudadanos depende gran parte de nuestro éxito como
educadores.
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